Capitel dedicado a Sixto II y a San Lorenzo (Lonja chica Catedral de Jaca)

Etapas 11 y 12 De Siresa a Jasa y de Jasa a San Adrián de Sásabe

Hace unos cuantos días que salimos de las ermitas rupestres de Santa Orosia, en dirección al gran monasterio de San Pedro de Siresa. Hemos procurado hacer un recorrido que discurra por lugares importantes, de los que se tiene conocimiento desde la Alta Edad Media y cuyos caminos, tienen la garantía de haber sido transitados desde muy antiguo.


Estamos recorriendo transversalmente las llamadas Sierras Interiores. Hemos cruzado unos cuantos de los pequeños y bravos ríos que nacen a los pies del Pirineo Axial, y nos sentimos, como a lo largo de la historia, se sintieron los hombres y mujeres que se movían entre estos pueblos con tanta frecuencia como exigían sus necesidades familiares, económicas o de vecindad.

Llevamos con nosotros un pequeño vaso que quiere representar la reliquia que como un objeto sagrado transportaron unos hombres, que o conocían estos caminos o eran guiados por alguien que los conocía. Hoy nosotros llevamos mapas y GPS, y nuestro máximo afán  aunque parezca un sarcasmo, consiste en no pisar los caminos mejores, o sea las carreteras.

¿Por qué digo esto? Pues porque más de una vez, en algún lugar nos han indicado que vayamos por la carretera porque tener una buena vía de acceso ha hecho prosperar a muchos pueblos y no tenerla,  ha sido el fin de muchos otros y si no que se lo pregunten a Christian Laglera.

El recorrido que hemos hecho hoy, es una mezcla de vuelta sobre nuestros pasos y empeño decidido, con la confianza de que el GPS no nos va a abandonar a nuestra suerte.

Salimos de Siresa para desandar lo andado llegando de nuevo hasta Jasa. Para este recorrido, en el que consiste la etapa 11  valga el post anterior, puesto que volvimos por el mismo camino pudiendo gozar de otras perspectivas, que en abstracto podríamos definir  como tener una visión del envés de las cosas.

Desde Jasa, como etapa número doce, vamos a caminar hasta San Adrián de Sásabe pasando por Aísa.



Lo nuevo es el  tramo entre este último lugar y La modesta ermita de San Adrián. Nuevo y salvaje, porque no hay camino, bueno… ahora sí, porque para algo servirá haber hecho un track con el GPS.

Ha sido muy emocionante este recorrido, porque se ha convertido en una pequeña aventura.


Hemos seguido rastros de sendas perdidas y dejado atrás ruinas de alguna antigua borda quedándonos la convicción de que en la antigüedad sí que hubo un camino entre Aísa y San Adrián pero hace mucho que debió dejar de usarse. Es mas recomendable hacer este tramo por la carretera aunque no tenga nada de trayecto histórico.


Finalmente, llegamos a San Adrián, la pequeña ermita que pasó de ser un gran monasterio medieval  a un refugio de pastores, hasta que a mediados del siglo pasado, se excavó apareciendo un precioso edificio cuya construcción puede datarse sobre el siglo XI, aunque anteriormente hubiera otro visigodo. Bajo tierra se esconde con seguridad la mayor parte de un complejo monacal de mucha mayor importancia.


En los cartularios de San Juan de la Peña, se dice que un día, en el que Sancho III andaba de caza por el valle del Aragón, llegó hasta aquí y encontró una iglesia dedicada a San Adrián, le acompañaba su capellán Godofredo que se quedo prendado de ella pidiendo a su majestad que le donase el lugar, a lo que accedió el rey. Godofredo vivió muchos años allí, ampliando y embelleciendo el monasterio para terminar entregándolo precisamente a... San Juan de la Peña.

Estos escritos, como tantos otros que adjudican derechos de propiedad a los grandes monasterios medievales, son casi todos falsos, pero la historia es deliciosa.

De lo que no cabe duda es de su papel como sede episcopal que inicia el obispo Ferriolo, cuando es nombrado Obispo de Aragón para la sede Sasabense, por Galindo obispo de Pamplona. Este territorio, por esas fechas y razones varias, había pasado a formar parte de aquel reino. No está muy claro cuántos fueron al final,  pero una lápida en el muro sur y en latín, dice textualmente “aquí están enterrados tres obispos”.


En las excavaciones de los años sesenta aparecieron un par de hermosas conchas de peregrino, lo que demostraría que en la Edad Media los peregrinos del camino de Santiago hacían entre Aruej (nombrado en otro post) en el valle del Aragón y Jaca, una visita a San Adrián de Sásabe.

San Adrián y el agua:

Entrando en el templo a mano izquierda, llama la atención una especie de depósito cuadrado que según opinión de la profesora Dña. Josefa M. Valenzuela Muñoz, que participó en las primeras labores de excavación que terminaron en 1.961, sería un baptisterio para celebrar el rito del bautismo por inmersión

¿Por qué se edificó en este lugar, que se anega continuamente por estar en la confluencia de dos barrancos? Fue de manera intencionada, porque los cimientos son de madera, que para mantenerse en condiciones, precisamente necesitan cierta humedad.

En relación con ésta dependencia de San Adrián respecto del agua, es imprescindible echar una mirada al texto de Antonio García Omedes en el que escribe sobre el capitel a la derecha de la puerta principal.

Por último, la propia advocación a San Adrián, un santo cuya leyenda cuenta como después del martirio, su esposa Natalia, se apoderó de una de sus manos, con la que viajó en un barco. De pronto, se desató una terrible tormenta, entonces enarboló la mano del esposo muerto y ésta manejó el timón, consiguiendo enderezar el barco y evitar el naufragio ¡Ahí es nada!



No hay duda de que este es un lugar mágico y misterioso, con unos antecedentes tan antiguos como el  ser humano y sus ritos más ancestrales.



Ríos con nombres de origen celta, rituales de agua y espíritus que dominan la bravura de las mismas, ¿podemos buscar raíces mas profundas en la esencia del hombre? 


El track de Siresa a Jasa, está aquí. Pincha en el anagrama de wikiloc:






Y el track de Jasa a San Adrián de Sásabe, aquí:


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Mañana mas...

Etapa 10 - de Jasa a San Pedro de Siresa

En la sexta  jornada desde que salimos del Puerto de Yebra, llegaremos a Siresa para visitar el Monasterio románico  de San Pedro.

Dice la tradición, que en él estuvo guardado un modesto Grial que los obispos Oscenses y mas tarde Aragoneses, custodiaron durante muchos años antes de que fuera reclamado por la monarquía, para su mayor loor y gloria.

En esta etapa recorreremos unos quince kilómetros, con un desnivel de mas o menos seiscientos metros.

Salimos de Jasa, por una cómoda senda que se dirige a Aragües del Puerto.












Hermoso pueblo con casas en muy buen estado.





Algunas chimeneas, recuerdan a la bretaña francesa, es evidente que gentes celtas habitaron por estos lares. 





La primera es de Aragües, la segunda la hicimos en un viaje por esa zona.




La GR15 continua, no muy bien señalizada, camino de Urdués.



Subimos hasta Cuello Chilica, (desde donde hemos tomado esta vista de Oroel) para bajar hasta el precioso paraje en el que existió un poblado medieval de nombre Catareita o Cartecha, del que queda la deliciosa ermita de la virgen de Catarecha, reconstruida en el siglo XVI.



A su lado una cuidada zona de recreo es lugar muy concurrido en las romerías que los vecinos de Urdués celebran en honor de esta virgen, cuya talla románica se conserva en la iglesia parroquial de aquella villa.




Un par de kilómetros mas y llegamos a Urdués, 




A nuestra derecha la impresionante visión de una gran playa fósil, emergida tras el choque de placas que se produjo hace solo unos ochenta millones de años, casi nada.




Ganas me dan, de tumbarme a tomar el sol en esa preciosa superficie de arena solidificada, si no fuera porque se encuentra en una posición... un poco vertical.



Urdués, es una pequeña villa dividida en dos barrios por el barranco de Romaziete. La iglesia parroquial dedicada a San Martín de Tours, tiene en su raíz origen románico, fué reconstruida en el siglo XIX ya que el 28 de agosto de 1.809 fue saqueada e incendiada junto a todo el pueblo por tropas napoleónicas.



Se está de vicio en un banco junto a la iglesia, mientras en un pequeño parque, los críos juegan bajo la benevolente mirada de su abuela. Pero aún tenemos por delante la mitad del recorrido, así que emprendemos de nuevo el camino. 

Subimos por una pista rumbo a Garangó. En un arbol a nuestra izquierda, una tablilla indica que debemos abandonarla y la subida se hace mas acusada.




Poco a poco el valle de Echo va apareciendo ante nosotros, solo nos queda descender hasta él.




Antes de llegar a Escagües, cruzamos ¡oh que casualidad! el barranco de San Lorenz.  

La virgen de Escagües, es objeto de mucha devoción en el valle, su ermita, situada junto al cementerio, es el resultado de alguna o varias reconstrucciones la última en el siglo XVIII.




Llama la atención un bien tallado crismón trinitario, colocado en el muro a la izquierda de la puerta principal, es evidente que no está en su lugar original puesto que incluso se le aprecia un rebaje en la parte inferior que correspondería al dintel de una puerta, su datación es del siglo XII en esas fechas Escagües habría sido un poblado.




Cruzamos el puente sobre el Aragón Subordán y estamos en la Villa de Echo.




Este maravilloso pueblo del mas antiguo reino de Aragón, podría presentar un aspecto mucho mas puro y autentico si no hubiera sufrido los envites que la historia le reservaba. Como he dicho mas arriba respecto del pueblo de Urdués, también Echo sufrió aquel fatídico día una destrucción casi total por parte de las mismas tropas francesas que incendiaron y arrasaron la villa.




Aún así quedaron algunas casas y otras que se fueron construyendo.


La Iglesia está dedicada a San Martín. Anteriormente debió ser una impresionante construcción puesto que lo que emerge del abside románico es bastante grande, pero las reconstrucciones que ha sufrido, han variado el conocido aspecto de una iglesia románica.


En uno de sus muros, se encuentra labrado en síntesis el escudo de la Villa, que en unos de sus cuartos recoge la historia del rescate del infante Alfonso (el batallador) por unos pastores chesos, cuando fue atacado por un oso.




Nos disponíamos a salir hacia Siresa  por la carretera (no hay otro camino) cuando nos alcanzó alguien que andaba mas ligero que nosotros, y lo que por suerte pasa cuando caminas, en lo que cuesta adelantar a alguien, cruzas unas palabras y ya sigues todo el camino en compañía.



Deliciosa conversación. El era de Echo, hablaba cheso y su lenguaje sonaba hermoso a mis oídos a pesar de que me perdía la mitad de las frases. Este hombre, nos dijo que jamas viajaba en coche a pesar de que como esquilador, recorría la provincia bastante a menudo. Su familia tenía fonda en Echo desde hacía muchos años. Nos sorprendió su sabiduría respecto de la naturaleza y la geografía, también su portentosa memoria. Con él fuimos a una fuente de agua exquisita y tomé esta foto de una planta venenosa cuyo nombre no recuerdo y que se da solo allí y no se donde mas ¡vaya memoria la mía! (a ver si alguien por ahí me vuelve a informar).




Tontín tonteando, con la agradable compañía de Enrique Coarasa, tal es el nombre de nuestro compañero, llegamos a Siresa, contemplando como en tiempos pasados cualquier caminante hubiera hecho, la rotundidad con que un edificio es capaz de adueñarse del espacio que ocupa, empequeñeciendo todo lo que le rodea.




El monasterio de San Pedro de Siresa, es historia, quien mejor la cuenta es el maestro A. García Omedes y por suerte ha pervivido en el tiempo, tal vez su propia grandeza le haya permitido seguir en pie.






Sobre el 830, el conde carolingio Aznar Galindez se independiza de su mentor galo, proclamando el Condado de Aragón, los cimientos de San Pedro, revelan esta antigüedad y contienen los modos constructivos de las iglesias carolingias. El Grial pudo llegar aquí a partir de estas fechas. La tradición dice que se encontraba junto al altar mayor, en un hueco abierto en el lado del evangelio.





Fue sede episcopal con el obispo Ferriolo hasta que en el primer cuarto del siglo X, el Obispo Galindo de Pamplona, nombra varios obispos para los territorios del reino de Navarra, entre ellos a Ferriolo que se traslada junto con la sede episcopal al monasterio de San Adrián de Sasabe. Con él va también hasta allí el Vaso Santo cuya copia llevamos en la mochila y será la meta de nuestro próximo recorrido.

El track de la etapa.

Etapa 09 - de Castiello de Jaca a Jasa

Quinta jornada del recorrido entre el puerto de Yebra y Siresa. 



Salimos de la villa de Castiello de Jaca camino de Borau siguiendo las marcas rojiblancas de la GR-15. A partir de ahora, la señalización es mucho peor por falta de mantenimiento. Aún así es relativamente fácil de seguir y en los puntos claves encontramos carteles indicativos.

Nos cruzamos con el camino de Santiago que baja desde Somport y pasamos por ese refugio de peregrinos que se ve a lo lejos.




El camino sube hacia la cercana sierra D'Anxelé.




Tenemos a la vista el amplio valle del Aragón y sus pueblos mas destacados. El mas grande que se distingue es Villanúa. En sus arrabales,  desintegrándose sin remedio entre bloques de apartamentos y viviendas unifamiliares se encuentra la villa de origen visigodo de Aruej también nombrado como Aruex o Bardaruex, con su olvidada y ruinosa iglesia parroquial de San Vicente cuyo estilo románico del siglo X delata la antigüedad del lugar.




Mi querido maestro Antonio García Omedes en su página web dedica un precioso y reivindicativo artículo a este importantísimo  rincón del mas primitivo Aragón.


Según se cuenta en las cronicas Visigodas de Toledo, desde el señorío de Aruej, se vigilaba el camino de Santiago que baja desde el Summus Portus. La creación en sus inmediaciones de una villa nueva en la que habitaban hombres libres vino a sembrar la discordia entre aquellos y la alta nobleza del señorío de Aruex. Se sabe de varios tratados de paz entre unos y otros, llegando a pactar entre ellos la divisoria de tierras de ambos margenes del río Aragón.


En estas elucubraciones, llegamos al collado D'a Sierra. El primero de los tres que tendremos que atravesar hoy.




A la vista el valle de Borau.




Toca bajar hasta la villa, no hay mas remedio que hacerlo por la carretera por que no hay otro camino. En estos lugares tan próximos a recorridos espectaculares de alta montaña, se presta poca atención a pequeñas rutas entre pueblos, aquellas que por necesidad, se  han hecho toda la vida y que poco a poco van siendo comidas por la maleza.




Tardamos poco en llegar. A lo lejos podemos apreciar ya hermosas casas con impresionantes chimeneas sin humo, como una muestra de lo que fue corriente y hoy es solo memoria.





Nos acercamos a la enorme iglesia parroquial de Santa Eulalia que a juzgar por la cantidad y la altura que alcanza la hierba en su recinto hace mucho tiempo que permanece cerrada.




Bajamos al río Lubierre para cruzarlo por un puente junto a la fuente.




De nuevo subimos hacia otro collado, al principio el camino está bastante perdido solo gracias a la tozudez del GPS fuimos capaces de encarrilar nuestro rumbo, ya en él, encontramos esta pequeña marca. 




Tras la subida, estamos en el segundo collado, saltamos una destartalada valla de alambre de espino y comenzamos a bajar hacia el valle del río Estarrún.




A lo lejos se distinguen los pueblos de Esposa (por el que vamos a pasar) y Sinués en las estribaciones de la majestuosa sierra de Luesia.




Entrando en Esposa, nos sorprende este encantador espectáculo que a su modo anuncia el verano.




Un paseo por este pequeño pueblo de nombre tan femenino y conyugal.






Emprendemos la senda que en poco mas de media hora nos dejará en Aísa, no sin antes comprobar que por este tramo de la GR-15 hace días que no pasa nadie. 




La villa de Aísa es la cabecera del valle del río Estarrún, nombre de raiz ibero-vascon.




A este municipio pertenecen los núcleos de Esposa, Sinués y ¡ojo al dato! Candanchú, de tal modo que incluso en algunos errados mapas, se llega a ubicar en Aísa el antiquísimo hospital de peregrinos de Santa Cristina de Somport, uno de los tres mas importantes de la cristiandad junto con los de Jerusalén y el Del Gran San Bernardo, según se recoge en el recuperado Códice Calixtino.


Otra vez descalzos, cruzamos el Estarrún. Sus aguas frias arrastran recuerdos de la Sierra Bernera, de la Llana d'o Bozo, de la Garganta y del Aspe.






Ahora, nos dirigimos hacia la loma D'Aisa deberemos superar un desnivel cercano a los trescientos metros hasta encontrarnos en el último collado del día, junto a un pequeño refugio y en la carretera que une Aísa con Jasa.




El camino baja junto al barranco Larriego, esquivando los lazos de la carretera para desembocar en una zona recreativa al lado de la mágica fuente de la Zamputia, cuyo manto de agua consiguió ocultar por completo a la Mora del Bisaurín cuando huía de un avieso caballero que pretendía adueñarse de sus encantos.




Junto a este lugar de hadas se encuentra Jasa.



Un hermoso pueblo del valle del Osia cuya cabecera domina el Bisaurín que se muestra altanero y magnífico. 




En este lugar vamos a parar por hoy, a la vista de la Iglesia de la Asunción y una hermosa plaza de dimensiones poco vistas en pueblos de tan antiguo origen.






Aquí está el track de la etapa.