Hace unos cuantos días que
salimos de las ermitas rupestres de Santa Orosia, en dirección al gran
monasterio de San Pedro de Siresa. Hemos procurado hacer un recorrido que discurra
por lugares importantes, de los que se tiene conocimiento desde la Alta Edad Media y cuyos caminos, tienen la garantía de haber sido transitados desde muy
antiguo.
Estamos recorriendo
transversalmente las llamadas Sierras Interiores. Hemos cruzado unos cuantos de
los pequeños y bravos ríos que nacen a los pies del Pirineo Axial, y nos
sentimos, como a lo largo de la historia, se sintieron los hombres y mujeres
que se movían entre estos pueblos con tanta frecuencia como exigían sus necesidades familiares, económicas o de
vecindad.
Llevamos con nosotros un pequeño
vaso que quiere representar la reliquia que como un objeto sagrado
transportaron unos hombres, que o conocían estos caminos o eran guiados por
alguien que los conocía. Hoy nosotros llevamos mapas y GPS, y nuestro máximo
afán aunque parezca un sarcasmo, consiste
en no pisar los caminos mejores, o sea las carreteras.
¿Por qué digo esto? Pues porque
más de una vez, en algún lugar nos han indicado que vayamos por la carretera
porque tener una buena vía de acceso ha hecho prosperar a muchos pueblos y no
tenerla, ha sido el fin de muchos otros
y si no que se lo pregunten a Christian Laglera.
El recorrido que hemos hecho hoy, es una mezcla de vuelta sobre nuestros pasos y empeño decidido, con la confianza
de que el GPS no nos va a abandonar a nuestra suerte.
Salimos de Siresa para desandar
lo andado llegando de nuevo hasta Jasa. Para este recorrido, en el que consiste
la etapa 11 valga el post anterior,
puesto que volvimos por el mismo camino pudiendo gozar de otras perspectivas,
que en abstracto podríamos definir como
tener una visión del envés de las cosas.
Desde Jasa, como etapa número doce,
vamos a caminar hasta San Adrián de Sásabe pasando por Aísa.
Lo nuevo es el tramo entre este último lugar y La modesta
ermita de San Adrián. Nuevo y salvaje, porque no hay camino,
bueno… ahora sí, porque para algo servirá haber hecho un track con el GPS.
Ha sido muy emocionante este
recorrido, porque se ha convertido en una pequeña aventura.
Hemos seguido rastros de sendas
perdidas y dejado atrás ruinas de alguna antigua borda quedándonos la
convicción de que en la antigüedad sí que hubo un camino entre Aísa y San
Adrián pero hace mucho que debió dejar de usarse. Es mas recomendable hacer este tramo por la carretera aunque no tenga nada de trayecto histórico.
Finalmente, llegamos a San
Adrián, la pequeña ermita que pasó de ser un gran monasterio medieval a un refugio de pastores, hasta que a mediados
del siglo pasado, se excavó apareciendo un precioso edificio cuya construcción
puede datarse sobre el siglo XI, aunque anteriormente hubiera otro visigodo. Bajo
tierra se esconde con seguridad la mayor parte de un complejo monacal de mucha
mayor importancia.
En los cartularios de San Juan de la Peña, se
dice que un día, en el que Sancho III andaba de caza por el valle del Aragón, llegó
hasta aquí y encontró una iglesia dedicada a San Adrián, le acompañaba su
capellán Godofredo que se quedo prendado de ella pidiendo a su majestad que
le donase el lugar, a lo que accedió el rey. Godofredo vivió muchos años allí,
ampliando y embelleciendo el monasterio para terminar entregándolo precisamente a... San Juan
de la Peña.
Estos escritos, como tantos otros
que adjudican derechos de propiedad a los grandes monasterios medievales, son casi todos falsos, pero la historia es deliciosa.
De lo que no cabe duda es de su
papel como sede episcopal que inicia el obispo Ferriolo, cuando es nombrado
Obispo de Aragón para la sede Sasabense, por Galindo obispo de Pamplona. Este territorio, por esas fechas y razones varias, había pasado a formar parte de aquel reino. No está muy claro cuántos
fueron al final, pero una lápida en el
muro sur y en latín, dice textualmente “aquí están enterrados tres obispos”.
En las excavaciones de los años
sesenta aparecieron un par de hermosas conchas de peregrino, lo que demostraría
que en la Edad Media los peregrinos del camino de Santiago hacían entre Aruej (nombrado
en otro post) en el valle del Aragón y Jaca, una visita a San Adrián de Sásabe.
San Adrián y el agua:
Entrando en el templo a mano
izquierda, llama la atención una especie de depósito cuadrado que según opinión
de la profesora Dña. Josefa M. Valenzuela Muñoz, que participó en las primeras labores
de excavación que terminaron en 1.961, sería un baptisterio para celebrar el
rito del bautismo por inmersión
¿Por qué se edificó en este lugar,
que se anega continuamente por estar en la confluencia de dos barrancos? Fue de
manera intencionada, porque los cimientos son de madera, que para mantenerse en
condiciones, precisamente necesitan cierta humedad.
En relación con ésta dependencia de San Adrián respecto del agua, es imprescindible echar una mirada
al texto de Antonio García Omedes en el que escribe sobre el capitel a la derecha de la
puerta principal.
Por último, la propia
advocación a San Adrián, un santo cuya leyenda cuenta como después del martirio, su esposa
Natalia, se apoderó de una de sus manos, con la que viajó en un barco. De pronto, se desató una terrible tormenta, entonces enarboló la mano del esposo muerto y ésta manejó el timón, consiguiendo enderezar el barco y evitar el
naufragio ¡Ahí es nada!
No hay duda de que este es un lugar
mágico y misterioso, con unos antecedentes tan antiguos como el ser humano y sus ritos más ancestrales.
Ríos con nombres de origen celta, rituales de agua y espíritus que dominan la bravura de las mismas, ¿podemos buscar raíces mas profundas en la esencia del hombre?
El track de Siresa a Jasa, está aquí. Pincha en el anagrama de wikiloc:
Ríos con nombres de origen celta, rituales de agua y espíritus que dominan la bravura de las mismas, ¿podemos buscar raíces mas profundas en la esencia del hombre?
El track de Siresa a Jasa, está aquí. Pincha en el anagrama de wikiloc:
Y el track de Jasa a San Adrián de Sásabe, aquí:
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Mañana mas...